La derrota de Alarcos apuntaló la victoria de Alfonso VIII en la batalla de Las Navas de Tolosa
La derrota de Alarcos apuntaló la victoria de Alfonso VIII en la batalla de Las Navas de Tolosa
El rey Alfonso VIII de Castilla tomó nota de los errores que condujeron a su ejército a la derrota frente a los almohades en Alarcos (Toledo), donde el monarca se precipitó al atacar y erró en la estrategia militar
La experiencia le sirvió para que 17 años después derrotara a sus rivales en Las Navas de Tolosa, según ha expuesto Antonio de Juan García, profesor de historia medieval de la Universidad de Castilla La Mancha, en los cursos universitarios de verano Intendente Olavide de La Carolina.
“Alfonso VIII aprendió mucho en Alarcos”. Principalmente, a ser paciente, a aguardar la llegada de otros ejércitos cristianos, lo que permitió que la batalla de Las Navas de Tolosa fuera el anverso del reverso de Alarcos, ha asegurado este experto, para quien ayudó el hecho de que la sociedad almohade, a diferencia de la cristiana, no se preparara constantemente para la guerra. De tal forma que, tras Las Navas, según ha precisado Antonio de Juan, quedó expedito el camino del valle del Guadalquivir para las tropas cristianas.
Foto: Antonio de Juan, conferenciante del curso sobre la batalla
Por su parte, Rafael Azuar, del museo arqueológico de Alicante, durante su conferencia sobre las fortificaciones medievales ha resaltado la nula importancia que los castillos tuvieron en la batalla. Las fortalezas almohades tenían como objetivo defender la frontera de Al Andalus, pero la táctica defensiva sustentada en los castillos que jalonaban el camino hacia Las Navas “no sirvió para nada y todo ese esfuerzo no fue capaz de frenar el impulso y la visión militar de los cristianos”. Tanto es así, ha añadido, que apenas 10 años después de la contienda las tropas cristianas conquistaron desde Valencia a Sevilla.
Azuar se ha mostrado convencido de que con una sociedad islámica militarizada la reconquista habría sido más compleja, pero la que combatió contras los ejércitos cristianos sustentaba su progreso en el comercio y no en la guerra. Así lo demostró el avance de Alfonso VIII y los otros monarcas, que superaron con facilidad los obstáculos arquitectónicos con que el imperio almohade pretendía trabar a su rival. “Lo que significa que una concepción defensiva a base de estructuras físicas no impide el avance de una estrategia militar mucho más dinámica”, ha aclarado.
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